Wilson Astudillo Alarcón, Antonio Salinas Martín y Carmen Mendinueta Aguirre
El cuidado de los que nos rodean ha sido desde siempre la base para la supervivencia humana, por lo que es un deber, un compromiso y una responsabilidad de unos con otros. Se viene haciendo desde tiempos inmemoriales y es más patente su necesidad cuando surgen enfermedades serias, desastres o pandemias como la que ahora estamos padeciendo. Puede mejorar con la educación, por lo que es preciso que todos tengamos una formación cada vez mayor para ofrecerlo con más eficacia.
Para J Needleman, “la Medicina fue la primera ciencia humana que reunía la pasión por comprender y el deseo de ayudar,” siendo cada vez más necesaria la alfabetización en salud del paciente y de la familia hasta equilibrar su relación con el profesional sanitario, y trabajar conjuntamente en varios frentes. El cuidado debe estar centrado en el enfermo y será lo más delicado y profesionalizado posible. Se compondrá de una actitud interesada y afectuosa, un trato amable y respetuoso, la atención solícita y cuidadosa, la palabra suave y confortadora; así mismo, el cuidador deberá conocer cómo actuar en las diferentes circunstancias para no hacer daño al enfermo y para autocuidarse.
Este libro presenta como base del cuidado un mejor conocimiento del individuo y comprende diversos temas para hacerlo en toda su dimensión humana y no solo sectorialmente. Procura formar al cuidador en las diferentes etapas de atención en la percepción de los síntomas y del sufrimiento del paciente, y en cómo ser un buen receptor y altavoz de sus problemas, un agente que colabora en la realización de los tratamientos o le da apoyo para afrontar diferentes crisis o situaciones. El cuidador es y debe ser un intermediario a través del cual va a poder llegar la ayuda que necesita el enfermo para ganar bienestar y calidad de vida.
Esta obra procura favorecer una mejor comprensión del enfermo de su padecimiento, por lo que procura: mejorar la comunicación con el afectado para actuar de forma más acorde con sus necesidades, velar por su seguridad, respetar su voluntad, favorecer su participación si lo desea, y ayudar a mantener la dignidad del enfermo. Da pautas para reconocer y aliviar el sufrimiento físico, psicosocial y espiritual del enfermo ,así como para evaluar sus síntomas, la respuesta a los diversos tratamientos y colaborar con los equipos sanitarios y sociales de apoyo.
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